30 libros en 30 días: Día 1

Me tomo la libertad de usar ideas prestadas y convertirme en pseudo-crítico literario. Durante las vacaciones involuntarias que recientemente llegaron a su fin me topé con la iniciativa de los “30 libros en 30 días” gracias a varios blogs que visito. Así que hoy le doy inicio a mi versión de este ejercicio, como calistenia de letras, como ejercicio crítico y porque me parece que no necesito excusa para escribir de libros, después de todo escribo por ellos. Además, ya que soy fanático de hacer listas voy a aburrirlos con la lista de un fanático.

1. Uno que leyó de una sentada.

“La ninfa inconstante” de Guillermo Cabrera Infante.

Siempre he creído que los libros que llegan a tus manos de manera caprichosa tienen una especie de poder especial, ya sea porque nos sorprenden hasta lo indecible, con todo lo bueno que eso implica, o nos decepcionan por el tiempo que nos hicieron perder. En este caso la sorpresa fue de las buenas.

El libro lo compré como encargo de mi padre. A pesar de contar con dos libros de este señor cubano entre mis favoritos realmente no sabía de la existencia de esta novela corta hasta que recibí el pedido de mi papá. Casualmente había releído hace poco una recopilación de cuentos de Cabrera Infante, y hasta conseguí una entrevista en YouTube que le hicieron en Televisión Española hace más de treinta años, y por algún designio de simetría cósmica mi papá decide en esos días que ese es el libro que quiere que me acompañe en mi vuelo trasatlántico a casa.

Lo empecé a leer por curioso, y como la curiosidad mató al gato —y sin piedad—, no lo pude soltar sino hasta el día siguiente, con mi curiosidad muerta por haber terminado el libro y yo casi sin vida por la sobredosis de cafeína que requirió el esfuerzo. La historia gira en torno a un amor de verano, y fuera del matrimonio, que tuvo el escritor con una mujer hacia el final de la dictadura de Batista en Cuba. Pero el mérito del libro no está en una historia adictiva y llena de cliffhangers a cada vuelta de página, sino en el dominio absoluto del lenguaje a manos de Cabrera Infante. Cada párrafo está adornado con juegos de palabras imposibles, retruécanos, aliteraciones y las máximas de vida de un hombre entregado en cuerpo y alma al amor, al cine y al bolero. Cada página nos muestra una mirada intimista a la mente de un hombre que cree haber encontrado el amor en una parada de autobús, con una narrativa de tren de pensamiento descarrilado por una obsesión con la figura femenina y las femeninas formas literarias.

Más tratado de estilo literario que novela, pero una lectura sabrosa para los amantes del lenguaje.

«Hay preguntas que suenan a bolero, lo cual no es grave. Lo grave es cuando las respuestas también suenan a bolero.»

Guillermo Cabrera Infante.

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