El cartero no necesariamente llama dos veces.

Que raro… Podría Jurar que el musiú éste me espera en la ventana todos los días. Tiene como cuatro días que no aparece. No me deja ni llegar a la puerta cuando ya está ahí, en bata y pantuflas, con cara de míreme y no me toque, la mano así, extendía. ¡Que me parta un rayo si el viejo loco ése ha murmurado manquesea las gracias en los cinco años que tengo trayéndole el correo! Habráse visto…Mi madre, Dios la tenga en la gloria, me enseñó desde carricito los buenos modales con el bendito manual de Carreño. Por lo visto el franchute pendenciero ni siquiera sabe que existen las buenas maneras, mucho menos un libro que las tiene escritas.

Lo peor del asunto es que siempre le llegan vainas inútiles, y hoy que le traigo una carta manuscrita, bonitica por cierto, el gran carajo no está. De repente se hartó de este desastre de país y cruzó el charco. ¡Pues que se joda! Suerte consiguiéndola en la basura que ya debe tener amontoná detrás de la puerta.

A ver, a ver, ¿quién me toca ahora? Álvarez, casa 36. ¿No vivían los Rodríguez ahí? Uhm… Éste es nuevo entonces, un carajito seguro, revistas ‘e carros, motos y dibujitos, si, chamo definitivamente. Recibos y cuentas, nadien se salva de esa. ¿Pa’ donde se habrán ido los Rodríguez? Se fueron y se llevaron hasta el buzón.

–¿Sí?
–¡Cartero!
–Buenos días, ¿cómo me le va?
–Buenas, buenas. Aquí, en la lucha por la locha, ahora que existe otra vez.
–Vamos a ver cuanto dura eso. Muchas gracias señor…
–Plinio Cáceres para servirle, con mucho gusto.
–Mucho gusto señor Cáceres, gracias de nuevo.
–De nada, de nada, bienvenido a la urbanización. Ta lueguito.
–Hasta luego…

Me salió simpático el muchacho. No tiene cara de por aquí, vamos a ver cuanto le dura la felicidad.

Casa 39, el rocolero Perdomo. Una cuadra llanera y ya se escucha el escándalo. ¿Éste poco ‘e vecinos sifrinos no se quejan? Si yo muero primero es tu promesa, sobre mi cadáver dejar caer, todo el llanto que brota de tu tristeza, y que todos se enteren, fui tu querer. Vergación, Julio Jaramillo. Debe andar despechao o engatusando a una mujer, no está fácil oír esto con éste volumen a las 11 de la mañana. Un bolerito nunca cae mal, pero no de esos…

–¡¿Quién?!
–¡Cartero!
–¡Plinio, hermanazo!, ¡méteme las cosas debajo la puerta porfa!, ¡ando full ocupado!
–OK, ¡no grite Perdomo! Y pilas con las mujeres, que son un mal necesario; aunque mal paguen…
–¡Ta bien Plinio!, ¡cuídese!
–Ta luego.

¿Ocupado? Yo te aviso chirulí, acompañado será, yo sabía. Siempre con un cuento chino. A ésa casa lo que le falta es el letrerito rojo. He visto cada vaina entrar y salir de aquí que pa’ que te explico.

–Buenos días doña Margarita.
–Buenas tardes señor Perdomo.
–Pues sí, casi, casi. Aquí le traigo lo de siempre.
–¡Cristo bendito, puras facturas! En mi época me llegaban postales de Europa, cartas de amor, invitaciones a galas. Ahora sólo se acuerdan de mi los bancos…
–Así es la vida ‘ña Margarita…
–Es así, por lo menos las cuentas no las pago yo.
–Pa’ eso trabajó bastante criando muchachos, pa’ que le devuelvan el favor.
–Gracias a Dios, no me quejo… ¿Se enteró lo de los Rodríguez?
–Nada que ver, el oficio no se presta mucho pa’ eso. Me entero que alguien se va cuando me aparece un nombre distinto en el sobre.
–Bueno, resulta que salieron huyendo la semana pasada. Ni se despidieron.
–¡No me diga!
–Si le digo, debían hasta el modo de caminar. Se fueron de noche y todo. La deshonestidad se paga cara, hay que ver…
–En verdad que sí ‘ña Margara. La dejo que el deber llama.
–Dios me lo lleve con bien Plinio.
–Amén, amén.

Pobre señora, ¡y hablachenta! Si me descuido me chismea la vida de to’ el vecindario. Tanto tiempo libre debe ser desesperante. Menos mal que trabajo desde los catorce años, y me quedan unos buenos diez años útiles todavía. Si no se les antoja jubilarme antes de tiempo.

Pepa de sol, carajo. Yo con esta gorra negra y este bolso pesao. Tres casas más y mato la culebra por la cabeza. Sosa, Pérez, Medina, Sosa, Sosa, Pérez. Éstas más la que ya tengo ordenaditas completan la urbanización.

El Perdomo me dejó picao chico, no fuera dejao el radio en la casa. Provoca oír un bolerazo, pero no de esos balurdos, algo con clase, un bolero Montecristo, con distancia y categoría. Mujer divina, como fascinas y me dominas el corazón. Y es por eso que yo soy feliz, porque ahora yo te tengo a ti…¡Uf! Falta la polarcita vestida de novia, más na’.

–¿Diga?
–Plinio, el cartero.
–Tiempo sin verlo Plinio.
–Tiempo sin verla yo a usté Trina.
–Usté y sus cosas Plinio. Andaba visitando a la familia en Guanare.
–Que bonito, no sabía que era llanerita la muchacha.
–¡Déjese de eso Plinio! No soy muchacha desde hace mucho.
–Trina, a mi edad ya todas son muchachas. A menos que sea doña Margara…
–No sea maluco.
–Maluco no, ¡realista! ¿Cómo me la tratan los sifrinos éstos?
–Como siempre, de maravilla. Tengo casi diez años con ellos.
–Usted ha sido una de las pocas caras comunes en los años que tengo viniendo por aquí. Y bella como siempre.
–Ay Dios, que vagabundería la de usté Plinio.
–Vagabundo no…
–¡Realista! Sí, sí, ya lo sé, y vagabundo igualito. Lo dejo que tengo que cuidar el arroz.
–Ta luego pues Trina, cuídese y nos vemos la semana que viene.

La puerta se cerró detrás de ti, y así detrás de ti se fue mi amor, creyendo que podría convencer a tu alma de mi padecer. Mi mujer me pilla calentándole la oreja a Trina y me capa. Piropear no ha matado a nadien que yo sepa, pero debe haber más de uno con su hombría disminuida por hacerlo.

¡IU, IU, IU, IU, IU, IU, IU, IU!

–¡Fíjate por donde andas, hay niños en la calle! Ño…

Por un pelo y me atropella la ambulancia el carrizo. Entran buscando a alguien con un yeyo y se llevan otro de ñapa, un dos por uno. Me tengo que quitar esa mala maña de mentar la madre primero y preguntar después, un día me van a dar un trancazo por alzao y no va a haber canas o arrugas que los paren. Si me comprendieras, si me conocieras, que feliz sería. Si me comprendieras, si me conocieras, jamás llorarías.

–Buenas, buenas don Esteban.
–Buenas tardes señor Cáceres.
–¿Refrescando a las maticas?
–Y aprovechando para refrescarme yo también antes del almuerzo.
–Con este solazo no es pa’ menos.
–¿Cómo lo trata el Instituto Postal Telegráfico de Venezuela?
–¿El qué?
–El IPOSTEL.
–Ah coye, se me olvida a veces que este nombre significa algo. Pues quince y último me tratan como un hijo pródigo de cumpleaños, el resto de los días como a un hijo bastardo.
–Así es el gobierno señor Cáceres.
–No me dé cuerda con el gobierno que me salen raíces aquí mismito y me va a tener que echá agüita a mi también.
–Pues no le doy cuerda, ya Patricia me va a llamar a comer.
–Aquí tiene sus regalitos de la semana, que tenga buen provecho. Saludos a la señora de la casa.
–Con gusto señor Cáceres, hasta luego.

Listo el pollo, espero que no me hayan robado el triciclo en la puerta de la urbanización. ¿A ver si tengo todo ordenado pal turno de la tarde? Co… se me pasó una pal musiú, menos mal que está cerca de la entrada. Mañana muy temprano platicarás conmigo, y si estás decidida a abandonar el nido, entonces será en vano tratar de detenerte. Regálame ésta noche, retrásame la muerte.

–Disculpe señor oficial.
–Dígame señor. Y no soy policía, soy paramédico.
–Bueno, eso… El que está en la bolsa negra es… ¿Es el dueño de la casa?
–Si.
–¡Ave María purísima! ¿Qué..qué pasó?, ¿cómo?, ¿quién lo encontró?
–Se murió, como todo el mundo. Lo demás no es problema suyo.
–Discúlpeme, no es por metío, pero conocía al señor.
–Sigue sin ser su problema, el asunto está en averiguaciones.
–Tenía un paquete pa él. ¿Qué hago con esto?
–Eso no es problema mío… A moverse gente que no me calo este olorcito.

Dios dice que la gloria está en el cielo, que es de los mortales el consuelo al morir. Desmiento a Dios porque al tenerte yo en vida no necesito ir al cielo tisú, si alma mía la gloria eres tú.

3 comentarios en “El cartero no necesariamente llama dos veces.

  1. Si algún día escribes una novela, (y espero que sean muchas), Plinio tiene que estar en una de ellas. Plinio me ha inspirado abandonar la filosofía y perseguir más bien una carrera «postal». Quiero quejarme todo el día como él. Quiero mandarme a hacer una camisa que diga «VOTE FOR PLINIO» y bailar Jamiroquai en su discurso de candidatura para Alcalde de Baruta.Lo segundo que más me gustó del cuento es que el «musiú», quien supongo es Francés, se muere al final… Viva la France!

  2. QUE BUEN PERSONAJE PLINIO!!! digno de ser inmortalizado entre tus líneas o en la gran pantalla dirigido por nosotros…Seguimos creyendo en la magia de tus cuentos y en el maravilloso don de tu escritura!!! Sigue alimentándonos…A&A

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