Verlo ahí sentado me desconcierta, con sus ojos de pez abisal y su desafortunada cabellera de estambre. Trato de distraerme con alguna rutina inútil del existir, una que nunca logro recordar y al volver la mirada sigue ahí, viéndome. Aprendiéndome. Sus hombros están vencidos por el peso de su alma antigua y parece que lo único que evita que su espalda ceda totalmente es una acartonada chaqueta de tweed. A veces veo a otros caminar detrás de su espalda; se le acercan, le acarician la cara de piedra, le regalan sonrisas de aprobación al verlo tan concentrado en mí; también me miran, él ni se inmuta. Ese rostro de carnet lo conozco de antes, quizás en un ascensor compartido, de la barra del bar de la esquina, de antes que mis días se convirtieran en el suplicio eterno de verlo viéndome. Y esta zozobra que me carcome los huesos de querer gritarle, que se vaya, que me deje en paz, que busque otro vecino, otra ventana. Pero no puedo, y lo peor es que no sé por qué.
–¿Cómo sigue papá?
–Igual que todos los días. En la sala, viéndose en el espejo. Ya que estás aquí ayúdame a prepararlo para dormir. Hoy he tenido un día largo.
Esto me recuerda al ancianato que está enfrente de mi edificio. Mi ventana da para las habitaciones de los viejos. Hay uno que se sienta todo el día en la ventana. A veces pienso que debería bajar las persianas, pero odio una ventana sin vista. Así que al diablo, todos los días le monto un show al viejo.
Un augurio del futuro que nos espera si somos abandonados por los que nos "quieren"?… Simplemente espero no llegar a ese estado de inercia mental y tristeza infinita en la que no me provoque más que sentarme y ver pasar las horas lentamente, cuando antes eran ellas quien me veian pasar a ritmos acelerados pensando en un futuro que me roba mi presente
Para donde vas?, para viejo y sin retorno…
Hey Saulillo! El primer cuento que leo de tu blog y… me encanta! Si que tienes un aire medio tenebroso… a ver que mas encuentro por aqui. Un saludo, y felicidades! Esto tiene muy buena pinta 😉