HIde and Seek

Estoy cansado de ser el escaparate de tus inseguridades, la llamada para tu dosis semanal de autoestima, ese cuartico a control remoto donde te refugias a esperar que pasen las tormentas. Y me escondo, me escondo de ti, de todo lo que una vez dijiste. Me escondo con toda la valentía que requiere ser un cobarde en tu presencia.

Siempre has estado corriendo, huyendo a paso firme; de todo, de todos, de ti. De mí especialmente. Me había aferrado por años a esa carrera de resistencia que le tienes a la paciencia de la gente, a esa prueba constante de fidelidad y atención, pensando en que iba a tener más aguante que tú. Que, como un buen fondista, me mantendría a flote entre los demás, sólo para dar la última carrera y finalmente alcanzarte, a pesar de que mi condición física y adicción a la nicotina son contraproducentes para el ejercicio. Cada zancada, cada vista en tu retrovisor, te acercaba a otros, pero yo era el murmullo constante detrás de tus pasos. Y cada metro ganado por mí encerraba un premio, un respiro nuevo para pulmones maltrechos y brisas que aligeraban la carga de mi peso, de mis años de maratonista ciego y enajenado.

Mis labores no se limitaban a delirios persecutorios. También me entrené en el arte de convertir tus miradas pixeladas en manifiestos de intenciones y promesas, en construir castillos con las migajas de tu atención, en inventar la alquimia necesaria para tratar de convertir tus palabras de plomo en granitos de oro.

Pero tú no me pediste nada de esto. Nunca me exigiste devoción. Esa me la inventé yo solito, aferrado a todas las palabras que precisamente no decías. No pude haber escogido una mejor palabra. La devoción inspira fanatismo unidireccional e inmisericorde. Tu falta de culpa al principio no pudo haber quedado más clara cuando decidieron en tu nombre el interponer un mar entre nuestros códigos postales. Pero a mí no me importó. Lo más triste del asunto, o lo imposiblemente cursi del asunto, fue que decidí hacerle oídos sordos a la distancia, a la realidad de que aunque nunca me pediste nada, mi propósito era convertirme en el faro que eventualmente iba alumbrar los pasos de tu regreso.

Sin descanso fui, hasta no hace mucho, un faro insomne y vigilante. Así hubiese barcas nuevas en mi costa, así mi puerto gozara de atenciones diligentes, mi lumbre existía únicamente para un navío fantasma del que sólo quedan historias y leyendas. Hasta que un día, finalmente, decidiste anclarte en mis brazos, fondear brevemente mis labios, dejar tu bandera en el puerto que tanto te había esperado. Pero fui sólo un lugar de paso, una marca más en tu búsqueda de antípodas, la pequeña isla que te ofrecía sustento inacabable para tu carrera eterna y terminaste viendo en tu espejo retrovisor sin pena, sin gloria, sin remordimientos.

Me preguntas qué hiciste. Me pides disculpas vacías como si la única víctima de tu paso intempestivo por mi isla fuese un lámpara o un plato viejo. Te declaras incompetente en conocer la razón de mi evasión, de mi escondite labrado con miedo y rabia. Y ese es precisamente el problema. Ese es el gran elefante rosado en la esquina de la habitación. La verdad ineludible de que todo siempre fue producto de mi imaginación hiperactiva, alimentada por tus medias tintas y tus palabras ambivalentes.

El problema es que tú tenías que saber que premiar mi resistencia con unos besos tímidos no iba a ser tomado como un acto deportivo, como un capricho de vacaciones. Era una promesa, una razón de fiesta, la prueba final de que esperar no es de locos, del que persevera alcanza y todas las estupideces dignas de citas en un libro de autoayuda.

Tiempo después me tocó el papel de hacer de barco y buscar tu faro. Fui recibido con silencios, con un “aquí no ha pasado nada” tatuado en tu frente, e inmediatamente traté de labrar el aire de tu vacío con respuestas, con explicaciones, con motivos secretos. Pero solo me topé con la pared insonora de un cambio de tema, con las excusas absurdas de un “ya hablaremos”, y aunque estaba caminando maniatado a mi propia ejecución tenía que verte a los ojos y darte la última oportunidad de redención, la última oportunidad de una conversación adulta. Pero el silencio pudo más que tú.

Ahora quiero música para crear y destruir mundos, ruidos disonantes que reten mi sanidad mental, melodías azucaradas y notas estridentes.

Tu silencio era promesa y yo me cansé del silencio.

5 comentarios en “HIde and Seek

  1. El amor no tiene porque ser un trabajo. El amor no tiene porque ser, ni estar, someter al amor a semejantes tecnicismos es desfigurarlo, como cuando le despintas los labios a la chica a la que besas para no mancharte de rojo. Como cuando le huyes al contacto físico en público. El amor tiene que andar loco, suelto, desbocado, como potro salvaje. Indómito por ahí. El amor hace lo que se le antoje, te eleva y te vuelve mierda para luego venir a sanarte a punta de abrazos, manoseos impropios y gemidos en el oído. El amor a veces no quiere que le amen de vuelta… y creo que hoy, con esta carta descubriste que tu amor – o lo que sea que sientes por ESA- no tiene porque ser una pérdida de tiempo. No pierdas más el tiempo, escríbele, despídete… cierra el ciclo, y comienza un libro nuevo, que se titule ''AMOR''.

  2. EDITORIAL PORTILLA FOUNDATIONHola Amigo escritor: Lo invitamos a unirse a la EDITORIAL PORTILLA, una editora sin fines de lucro, las ganancias de la editorial serán invertidas en la lucha contra la Diabetes. Aquí los escritores podrán publicar sus obras por el Internet y en las cadenas de librerías en los cinco continentes sin costo alguno. No rechazamos a nadie porque creemos que todo pensamiento merece ser preservado para las futuras generaciones. Todos los escritores recibirán en 50% de las ganancias por el Internet y el 10% por las ventas en las librerías. Tenemos varias convocatorias para concurso. Visite nuestra página web: http://www.editorialportilla.com o envíenos un correo a: editorialportilla@hotmail.comSaludos Cordiales; Dr. Oxel H. Portilla: Presidente.

  3. Oswil… Sin palabras!!!! Es indescriptible las sensaciones que se mueven al leer esta carta, este post, como lo quieras llamar, porque todos, alguna vez hemos jugado al Hide and Seek.Bueniiissiimmmooo….Un abrazo!!!!

  4. siento que acabo de leer la historia de mi vida. Bueno, un capítulo. Gracias por colocar en palabras lo que siento. Sigue escribiendo

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