Abuela

Recuerdo verla ordenando los trastos de la cocina desde muy temprano en la mañana. Platos, tazas y cubiertos, de todos los tamaños y colores, en montañitas, ordenados sobre el mesón, esperando las manos de la abuela y sus milagros cotidianos.

Recuerdo comidas de dos y mil ingredientes, uno y doce comensales, a cualquier hora del día; celebrando una llegada, una partida o la liturgia diaria del sustento. Pero sólo una cuchara de madera…

Recuerdo días de ver a ese utensilio revolver diligente caldos, guisos, arroces, guiado por la sabiduría de la abuela. Vuelta, vuelta, retirar, probar, un poquito más de sal, eso, vuelta, vuelta, probar, en su punto, dejar reposar.

Recuerdo, y hoy mi cocina me presta una olla para una comida sencilla, hoy mi cocina alquilada tiene una historia que no es mía, mi cuchara de madera es prestada, limpia, comprada en la tienda del barrio; la de mi abuela tiene nombres, funerales, aniversarios y alegría. Su color es tierra con olor a banquetes austeros, sus bordes chamuscados tienen la firma de aprendices y descuidos, su mango reconoce los surcos y almohadillas de sus manos.

Hoy mi cocina me pide amor de madre, sazón vieja y madera curtida; pide a la abuela y su instrumento, pide guáramo, juicio y fundamento. Yo le ofrezco sólo el bautizo de madera nueva, la celebración del rito diario, la educación de las vetas de mi utensilio; el tiempo hará el resto.

2 comentarios en “Abuela

  1. Un trocito de alma, con un puñadito de melancolía. Un plato que me ha traido recuerdos de mi propia niñez, de mi abuela, ya con la espalda muy inclinada pelando verduras sobre el banco de la cocina, enseñándome a pelar los hilos de las acelgas o cortar las puntas de las judías. Me gusta mucho tu prosa poética.

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